lunes, 14 de noviembre de 2016

EL DECLIVE Y LA SITUACIÓN ACTUAL

Varias innovaciones condujeron al Canto Gregoriano hacia una situación de crisis que se vio agravada con el Renacimiento,  inclinación a recuperar las tradiciones de la antigüedad clásica. Tras el Concilio de Trento, la Santa Sede decidió crear una reforma de todo el canto litúrgico, pero en los siglos posteriores fueron desapareciendo poco a poco los rasgos principales: eliminación de las melodías en los manuscritos, supresión de los signos y desaparición del viejo repertorio.


Se produjo un resurgimiento, reforzado con la creación de una escuela para organistas y maestros cantores laicos, por Luís Nierdermeier en 1853. Poco a poco, el Canto Gregoriano se ha ido recuperando y se ha ido extendiendo a otras, como Silos, recuperándose gran número de manuscritos de los siglos X al XIII. En las abadías, el monje se identifica con la vida monástica a través de la oración, recitada siempre según el Canto Gregoriano, siete veces al día: maitines, laudes, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.

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